domingo, 31 de marzo de 2013

Trastorno de déficit de atención con o sin hiperactividad (TDA - TDAH)

He incluído este tema tan delicado dentro de la Morfopsicología, por lo útil que resulta en este caso y también dentro de los trastornos psíquicos, sin que llegue a serlo realmente. No creo en este diagnóstico, ni mucho menos en los tratamientos farmacológicos que se están aplicando hoy en día a muchos niños sanos desde muy temprana edad.
 
Pasaré a explicar mi visión sobre este asunto:
 
Yo creo que son muy pocos los niños que realmente tienen un trastorno psíquico tan importante o perturbador como para ser tratados con fármacos, en comparación con la cantidad de casos que tenemos hoy en día en las escuelas, y lo más alarmante es que si no empezamos a tomar conciencia de lo que realmente está sucediendo el porcentaje seguirá en aumento. Simplemente, creo que se le ha puesto este nombre a una supuesta enfermedad cuyo síntoma es que el "etiquetado" y marginado niño no atiende en clase porque se aburre como una ostra y/o porque necesita descargar su energía y moverse libremente, y un niño aburrido suele ser un niño que se porta mal porque necesita moverse y descargar ese exceso de energía que tiene bloqueada dentro de su cuerpecito y no solamente no se le comprende ni se le permite hacerlo sino que además es castigado sin recreo (¡justo al que más lo necesita!), con lo cual aún se pone más nervioso, peor se comporta y menos atiende.

Por otro lado, tampoco parece haber una gran conciencia social de cómo está afectando la alimentación a nuestros hijos. Un niño activo y vital, que además está en pleno crecimiento, necesita alimentos que aporten vitaminas, minerales, proteínas, lípidos y carbohidratos de buena calidad, sin embargo, la realidad es que hoy en día la alimentación es muy pobre, aun ingiriendo grandes cantidades y predominan las grasas saturadas, los azúcares refinados y carece totalmente de ácidos grasos esenciales Omega 3 y 6, fundamentales para el desarrollo y funcionamiento del cerebro. Observando su iris, he visto en algunos de ellos señales clarísimas de intoxicación orgánica. Posiblemente, muchos casos se solucionarían simplemente corrigiendo la alimentación.
 
Esta situación mantenida en el tiempo genera en los niños estrés, ansiedad, angustia, apatía, irritabilidad, agresividad y, como consecuencia,  desmotivación y déficit de atención.
 
Generalmente, el maestro o educador, que sigue el protocolo convencional, aconseja a los padres que lleven a su hijo al médico, por su bien y por su futuro escolar. Éste lo deriva al psicólogo, el psicólogo, después de largos psicoanálisis y de no saber qué más hacer, deriva al niño al psiquiatra y este último le receta el Ritalín (derivado de las anfetaminas) o algún otro antipsicótico con graves efectos secundarios, como el citado que, aunque ellos digan que son inocuos, a medio y a largo plazo, provocan drogodependencia, lesiones cerebrales con déficit de atención y de memoria (paradógico), problemas hepáticos, etc.
 
Mediante la morfopsicología podemos ver en la estructura del niño su adaptabilidad o no, si padece tensión o nerviosismo que le impida permanecer tanto tiempo sentado, sin moverse, en cuyo caso, deberíamos comprender que simplemente tiene unas necesidades distintas sin que por eso esté enfermo. Seguramente, necesitará ir alternando ratos de clase con ratos de recreo (salir diez minutos al patio, correr, chutar una pelota, desfogarse) para luego volver relajado y con la suficiente capacidad de atención que necesita para asimilar la clase. Muchas veces, ni siquiera se les deja salir para beber agua o ir al lavabo, cosa que en ningún trabajo ocurre con los adultos.
 
O tal vez es un niño sano cuyo hemisferio izquierdo (el racional) está más "dormido" que el derecho y no puede memorizar como un papagayo o su asimilación es más pasiva que activa y aprende de otra forma: mediante el juego, la participación activa en actividades, enseñándole a hacer asociaciones para que pueda memorizar mientras se divierte, con audiovisuales, incluso podría aprender  historia haciendo teatro, escuchando cuentos, trabajando con sus manos, experimentando...).
 
Debemos interesarnos por conocer bien la personalidad del niño, sus capacidades, sus limitaciones y su tendencia natural para comprenderle, acompañarle en su aprendizaje, permitiendo que exprese lo que necesita y ofreciéndole una educación acorde con sus necesidades para que pueda desarrollarse sacando lo mejor de sí mismo, en lugar de castrarle porque él no se adapta a las nuestras.
 
Muchas veces (dicho por los propios profesores) son niños incluso más inteligentes que la mayoría, más creativos, entonces, ¿dónde está el problema? pues en un sistema educativo obsoleto que no admite que la sociedad está cambiando porque los niños empiezan a ser diferentes y tienen otras necesidades para su buen desarrollo. El sistema pretende que sean los niños los que se adapten a él, cuando es el sistema el que debería adaptarse a los niños. Sin embargo, el que no se adapta es castigado, marginado, etiquetado y medicado, condenándolo al fracaso y poniendo en juego su salud física y mental.
 
Preguntémonos ¿por qué en las escuelas de educación libre no existe el fracaso escolar?


Bibliografía recomendada:

* "Educar para ser. Vivencias de una escuela activa".
Rebeca Wild

* "Los niños índigo 10 años después".
Lee Carroll y Jan tober
 
 
Esta película - documental titulada "La educación prohibida", estrenada en agosto de 2012, expone el tema con gran detalle y documenta las experiencias de diferentes escuelas de educación libre, tipo Waldorf, Montessori, etc., de Argentina y España: