domingo, 17 de marzo de 2013

Fundamentos de la Reflexología Podal

Para entender la reflexología podal, una vez más, tengo que referirme a esa enorme red (sistema nervioso - "cableado eléctrico") por la que circula toda la información (neurotransmisores - "impulsos eléctricos / mensajeros") desde el cerebro hacia los órganos, músculos y tejidos y viceversa, hasta el último rincón de nuestra anatomía, implicando a cada una de nuestras células. De la misma forma que cada área cerebral rige determinados órganos y funciones corporales, determinadas áreas de los pies están conectadas como puntos reflejos al resto del cuerpo.
 
 
 
Los orígenes de la reflexología se remontan al antiguo Egipto. La imagen de arriba muestra una pintura que data del año 2500 a.C. y que pertenecía a Ankmahor, un médico de alto rango. La escritura del papiro encontrado junto al dibujo no deja lugar a dudas respecto a la acción terapéutica representada en la imagen: "Alívieme el dolor", pide el enfermo al médico.
 
Hipócrates (siglo V a.C.) también hacía uso de la reflexología y el médico estadounidense William Fitzgeral (1872 - 1942) es considerado el "padre" de la reflexología moderna.
 
La ley de Proyección se basa en que el estímulo que se genera en un receptor llegará a un área concreta del cerebro (vía aferente) y éste, al recibir la señal, enviará una respuesta determinada al receptor del órgano correspondiente (vía eferente). Este proceso se da entre las neuronas que se comunican entre sí gracias a los neurotransmisores (hormonas mensajeras), que no dejan de ser sustancias químicas que actúan en forma de impulsos eléctricos.
 
Algunas aplicaciones prácticas de la reflexología podal:
 
La reflexología, mediante diferentes estímulos en determinadas zonas reflejas de los pies, aumenta la circulación sanguínea para el transporte a todas las células y órganos del cuerpo, ayudando en la eliminación de los productos de desecho (sistema linfático), ayudando a sanar y previniendo la aparición de muchas enfermedades que provienen de la acidificación del organismo, a causa de sustancias tóxicas (exógenas y endógenas) y desechos metabólicos no eliminados. Algunos problemas de la piel como el acné y el exceso de sebo también mejoran como consecuencia de la reactivación circulatoria, aportando un mayor flujo sanguíneo que oxigena, nutre y limpia adecuadamente.
 
El aparato digestivo también se beneficia, contribuyendo a la regulación del peristaltismo intestinal, lo que repercute en la flora benéfica y en la correcta absorción de los nutrientes.
 
La reflexología favorece la apertura de canales neuronales, controlando los niveles de estrés. No es necesario estar enfermo para disfrutar de una relajante sesión de reflexología podal.
 
Contribuye al buen funcionamiento de todo el sistema endocrino en general, regulando la producción hormonal de las glándulas. De esta forma, se favorece el aumento de los niveles de energía, se estabiliza el estado de ánimo y se alivian los síntomas molestos de los procesos menstruales o menopáusicos de la mujer, regulando la producción de estrógenos y progesterona, así como la producción de testosterona en los testículos, en el caso del hombre. Hay que entender que cuando se produce un desequilibrio en las glándulas principales, situadas en el sistema límbico cerebral (hipófisis, epífisis), repercute en la producción y secreción de todas las demás (páncreas, suprarrenales, tiroides, ovarios...).
 
Tiene también un efecto analgésico, reduciendo el dolor al liberar endorfinas al sistema circulatorio hacia los receptores sensoriales. Como consecuencia de todo ésto, también mejora el sistema inmunológico.
 
En ocasiones, un tratamiento con reflexología podal puede causar ligeras molestias consideradas normales, debido a la movilización y puesta en circulación de toxinas orgánicas para su posterior eliminación a través de los diferentes emuntorios (hígado, riñones, intestino, pulmones, piel), lo que puede traducirse en orina y heces más oscuras, un poco de cansancio al día siguiente, mucosidad, sudor más fuerte o algún otro síntoma propio de dicha eliminación, sin que ésto suponga ningún tipo de trastorno, para luego encontrarnos con más energía y bienestar que antes de la sesión.
 
Una contractura dolorosa en la espalda puede producir dolor al presionar en el punto reflejo del pie. A medida que el terapeuta aplica la presión y el movimiento adecuados, se produce un bombeo de sangre que permite desbloquear la zona, al tiempo que va cediendo el dolor. Esta situación puede provocar en el paciente desde una molestia hasta un ligero y siempre soportable dolor que luego desaparece.
 
Al final de la sesión la persona debe encontrarse completamente relajada. La duración, la intensidad, el número y la frecuencia de las sesiones dependerá de cada caso en particular y de la patología que se padezca. En los niños los tiempos siempre son mucho más cortos, ya que responden mejor a cualquier tratamiento que un adulto. En las personas mayores o inmunodeprimidas los tiempos también serán más cortos, ya que una movilización excesiva de toxinas no es conveniente por su dificultad para eliminarlas. En estos casos, el tratamiento debe hacerse de forma suave y gradual.