Hipócrates (Cos, 460 a.C. - Tesalia 370 a.C.), el famoso médico griego conocido como
el “padre de la medicina”, cuyos escritos fueron el origen de la medicina
alopática actual, por desgracia tan alejados hoy en día de sus principales
fundamentos, aseguró que la salud del
hombre dependía del equilibrio entre los cuatro líquidos o humores que lo
conformaban: sangre, bilis amarilla, bilis negra y flema. Además, sostenía que cada persona tenía una disposición diferente
de estos humores en su cuerpo, siendo siempre predominante uno de ellos
(equivalente a la “diátesis” o “terreno” de la medicina funcional de Jacks
Ménétrier). La calidad de estos humores variaba también dependiendo de la época
del año, de modo que Hipócrates hizo una correlación entre los distintos
humores, sus cualidades, el tipo de comportamiento humano asociado a cada uno
de ellos y la estación del año en la que predominaba cada cual.
Para
Hipócrates, el principio médico básico era la teoría según la cual todos los
fluidos orgánicos están compuestos en proporción variable por estos cuatro
humores. Si estos humores se encuentran en equilibrio, el cuerpo goza de salud.
El exceso o el defecto de alguno de ellos produce la enfermedad. Toda
enfermedad se desarrolla en tres etapas: el cambio en las proporciones
humorales, causado por factores internos o externos, la reacción del organismo
ante esta alteración y la crisis final en la que la alteración acaba con la
eliminación del humor que está en exceso (sangre, flema o moco nasal, sudor,
vómitos, materia fecal, orina) o con la muerte.
Relacionándolo con una de mis publicaciones anteriores (Los aceites esenciales en la salud holística), una de las cosas que aconsejaba
Hipócrates para el tratamiento de las enfermedades eran los baños aromáticos. Más tarde,
Teofrasto, autor del “Tratado de los
olores” subraya el interés terapéutico de los perfumes y observa los
principios fundamentales de la acción de los aceites esenciales sobre los
órganos internos.
Platón
(427-347 a.C.) asociaba así los humores con el comportamiento del hombre: “Porque
donde el ácido y salado, flema y otros humores amargos y biliosos vagan en el
cuerpo sin encontrar salida ni escape, sino que están encerrados allí y mezclan
sus propios vapores con la moción del alma y son mezclados, siendo llevados a los tres lugares del alma, ellos
ocasionan una variedad infinita de mal humor, estado melancólico, imprudencia y
cobardía, el ser olvidadizo y los estados de estupor”.
También
su discípulo Aristóteles creía que los estados del alma tenían una relación
física. Asociaba la sangre espesa y caliente con la fuerza y la sangre fluida y
fría con la inteligencia.
A
Hipócrates se le atribuye la asociación de los humores con las distintas
personalidades del hombre, si bien estuvo más dedicado a la medicina
propiamente dicha y a la relación de los humores con las enfermedades, más que
a la psicología. Sin
embargo, hoy en día existe una nueva ciencia llamada Morfopsicología cuyo
precursor, el Dr. Louis Corman (1991 - 1995), partiendo de estos temperamentos
hipocráticos estableció la relación entre dichas personalidades y su correspondencia
morfológica con el rostro humano. Posteriormente, Julián Gabarre, Dr. en
Psicología por la Universidad de Barcelona, tras muchos años de investigación,
ha desarrollado esta ciencia y demostrado su carácter científico con su tesis
doctoral “Rostro y cerebro: dos caras de
una misma realidad”.
La
Morfopsicología establece cuatro tipologías básicas de la personalidad, de las
que derivan múltiples mezclas, llamadas “tipos jalón”, que encajan
perfectamente con la descripción de las personalidades hipocráticas
correspondientes a los cuatro humores y que más abajo se detallan en una
tabla comparativa. A través de la morfopsicología que, al contrario que
Hipócrates, está más basada en el comportamiento humano, también es posible
prever la predisposición a ciertas patologías y trastornos de la conducta e
identificarlas cuando ya se han producido, en función de la morfología del
rostro, que está conectado al cerebro (durante el desarrollo fetal, el cerebro
va dando forma al rostro) a través de doce pares de nervios que enlazan de
forma directa, sin pasar por el sistema nervioso central y que conforman la
conducta humana, consciente e inconsciente, basada en el razonamiento, las
emociones y los instintos primarios.
De la
misma forma que Hipócrates asocia los distintos temperamentos a ciertos órganos
corporales, la morfopsicología también asocia cada uno de los tres niveles
del rostro y de la personalidad (racional, emocional / afectivo e instintivo) a tres conjuntos de órganos pero, a diferencia
de Hipócrates, ésta no tiene en cuenta el cuerpo para su análisis, puesto que
en el rostro se encuentra visible toda la información necesaria.
A
rasgos generales, la fortaleza y la energía vital la encontramos en un rostro
suficientemente ancho en su estructura ósea y tónico (carnes firmes o firmeza
muscular). La retracción se manifiesta en el rostro por un marco con una
estructura ósea estrecha que, dependiendo del grado, hará que la persona sea
más o menos hipersensible e introvertida. La dilatación la vemos en rostros
anchos y recubiertos o no de grasa o carnosidad, lo que indica generalmente
apertura y extroversión, aunque dependerá también de otros factores. Se
entiende por atonía o astenia la falta de tono muscular, por lo tanto, cuanta
más grasa o más flacidez menos vitalidad y actividad física y más pereza tendrá
la persona. Siempre habrá más vitalidad en un rostro retraído y tónico que en
otro dilatado y átono. Pero habrá que valorarlo globalmente, en función de otros factores. Estos detalles y otros muchos son importantes no solamente para establecer el tipo de
personalidad sino para conocer la predisposición o “terreno” de cada persona.
En la siguiente tabla comparativa podemos observar la correlación existente entre los tipos Hipocráticos y la Morfopsicología:
HIPÓCRATES
|
|
MORFOPSICOLOGÍA
|
||
TEMPERAMENTO
|
HUMOR
|
RASGOS COMUNES DE LA PERSONALIDAD
|
TIPO JALÓN
|
DESCRIPCIÓN
PSICOLÓGICA
|
Bilioso
|
bilis
amarilla
|
Activo,
colérico, líder, "todo o nada"
|
Retraído
tónico
|
El ser
maduro que se acomoda en un entorno natural
|
Nervioso
|
bilis negra
|
Desadaptación,
abatimiento, melancolía, soledad, introversión
|
Retraído
átono
|
La vejez
que necesita un entorno de conservación
|
Sanguíneo
|
Sangre
|
Inconstante,
apasionado, sociable, extrovertido
|
Dilatado
tónico
|
La
adolescencia que necesita un entorno de expansión
|
Linfático
|
Flema
|
Pereza
física y psíquica, pasividad
|
Dilatado
átono
|
La infancia
que necesita un entorno de protección
|
Bibliografía recomendada:
* "El rostro y la personalidad", Julián Gabarre.
* "La cara, reflejo del alma", Jean Spinetta.
* "Rostros y caracteres", Louis Corman.
* "El rostro y la personalidad", Julián Gabarre.
* "La cara, reflejo del alma", Jean Spinetta.
* "Rostros y caracteres", Louis Corman.