viernes, 15 de febrero de 2013

Los aceites esenciales en la salud holística, Medicina aromática


La salud holística, del griego, holos (totalidad), se basa en la integración e interacción total de todas las facetas del ser humano: física, mental y emocional. El principio general del holismo fue resumido concisamente por Aristóteles en su libro “Metafísica”, cuyo significado puede interpretarse como “más allá de lo físico”, afirmando que “El todo es mayor que la suma de sus partes”. El holismo enfatiza la importancia del todo y la interdependencia que existe entre todas y cada una de sus partes, entendiendo al ser humano como un todo indivisible.

A diferencia de la visión cartesiana de la medicina alopática, enfocada en el síntoma, el holismo entiende los síntomas como una manifestación física de un problema más profundo, ya sea físico o psíquico, que está afectando a la persona en su totalidad y cuyo origen se esmera en descubrir. Cuando se descubre y se trata el problema original, el síntoma desaparece por sí mismo.

Desde este punto de vista holístico, una úlcera no es un fenómeno producido en forma local y autónoma por el duodeno o el estómago. Si bien se procurará aliviar los síntomas que produce la úlcera, simultáneamente, se debe averiguar qué desequilibrios físicos (alimentación, fármacos) y/o psicológicos (estrés o emociones negativas mantenidas en el tiempo) han llevado a la persona a padecer dicha patología para poder evitarlos, cambiarlos o actuar sobre ellos. La medicina natural cuenta con muchos recursos efectivos y los aceites esenciales son uno de ellos. Su composición bioquímica y sus moléculas volátiles son el “motor de arranque” del sistema interno de curación de cada individuo, un estímulo que produce un efecto para que el organismo pueda curarse a sí mismo.




Con el desarrollo de la era industrial a principios del siglo XIX, las teorías de evolución y el uso del microscopio, fue posible el reconocimiento y el aislamiento de los principios activos contenidos en las especies vegetales. La gran mayoría de estos principios activos se han copiado sintéticamente en laboratorios, para su posterior uso en la preparación de medicamentos químicos. Debido al crecimiento de la industria farmacéutica, con el paso del tiempo, el consumo de estos medicamentos sintéticos se fue incrementando y desplazando cada vez más el uso directo de las plantas medicinales, alejándose así de la medicina tradicional, llamada en nuestros días “alternativa”.
 
La aromaterapia aplica las propiedades de los aceites esenciales, en lo que se refiere a las moléculas aromáticas que los componen. No hay que olvidar que la medicina de síntesis nace de la imitación a las sustancias de la naturaleza, dando lugar a un producto artificial, inerte, desprovisto de energía y perturbador del equilibrio vital. Por el contrario, todo producto natural está vivo, dotado de una energía revitalizante, capaz de restaurar la armonía a través del estímulo de los procesos vitales y de la capacidad natural que el organismo posee para curarse.


La complejidad de la estructura de los aceites esenciales y la variedad de moléculas que contienen, confiere a cada uno de ellos diversas propiedades terapéuticas. Existen posibilidades de sinergia y de potenciación que permiten una individualización de la terapéutica. No obstante, la característica principal reside en el hecho de tratarse de una medicina de terreno encaminada a restablecer el equilibrio del organismo en su globalidad. Para ilustrar esta afirmación se puede utilizar la siguiente analogía: las ciénagas en zonas tropicales están infectadas de mosquitos portadores de enfermedades. Una medicina convencional preconizaría una destrucción masiva del mosquito (enfermedad) con la ayuda de un insecticida (antibiótico). Una medicina de terreno, respetuosa con la vida y consciente de que todo en la naturaleza cumple su función y de que sólo la proliferación masiva de una especie resulta peligrosa para las demás, obstaculizará la reproducción masiva del mosquito mediante drenajes, bombeos y plantaciones específicas. Esta última solución es mucho más duradera y eficaz, sin producir efectos colaterales indeseables, como los que ya se han provocado con el abuso de los antibióticos y las sustancias químicas de síntesis.
  

Estas mismas leyes naturales rigen en el organismo humano: “como es adentro es afuera”. Así, la cándida es uno de los microorganismos que conviven en armonía con el ser humano, cumpliendo una importante función metabólica que debemos agradecerle. Cuando este equilibrio u homeostasis se ve alterado en alguna de sus funciones vitales, es cuando se favorece el terreno de proliferación masiva de una u otra especie, en detrimento de las demás. Por eso, cuando hablemos de las propiedades antifúngicas, antivíricas o antibacterianas de los aceites esenciales hablaremos de concentraciones mínimas inhibitorias (CMI) y de aceites esenciales capaces de estimular el sistema inmunitario del propio organismo, ya que éstos favorecen los procesos vitales capaces de devolver el equilibrio que permitirá la curación, sin arrasar drásticamente con todo lo que está vivo, como ocurre en el caso de los antibióticos, dejando a la persona casi sin defensas y expuesta a contraer cualquier otra enfermedad. Los aceites esenciales son eubióticos, es decir, operan a favor de la vida.
  
Propiedades de los aceites esenciales
 
La planta medicinal, como cualquier ser vivo, se comporta como un laboratorio, sintetizando moléculas necesarias para su crecimiento orgánico y para su subsistencia y la de su especie, a través de su relación con el entorno. Es lo que llamamos metabolismo. Las plantas, adquieren del medio lo necesario para después, mediante la “química de la vida”, elaborar estas moléculas de estructura química, a veces, muy compleja.
El metabolismo primario es el responsable de la síntesis y destrucción de los componentes estructurales del vegetal y sustancias de reserva: glúcidos, proteínas, grasas, ácidos nucléicos, etc., proceso común de supervivencia básica en todos los seres vivos. Se realiza de igual forma en todos los procesos metabólicos esenciales para la vida celular y para la planta en general.
El metabolismo secundario es el responsable de la expresión individualizada de la especie y del individuo. Estos productos secundarios son los de mayor interés terapéutico, los más activos. Por ejemplo, alcaloides y glucósidos, entre otros. El papel de los AAEE en este metabolismo secundario  tiene que ver con el genotipo y con la relación de la especie con el entorno vivo. Algunas de estas sustancias son secretadas dentro de las células, en vacuolas, y otras son excretadas extracelularmente como resinas o material de la pared celular . Las condiciones ambientales, tales como la falta de nutrientes o de agua, pueden restringir el crecimiento de las plantas y reducir la velocidad fotosintética. En tales condiciones, carbohidratos no estructurales tienden a ser acumulados y pueden explicar el aumento de síntesis de sustancias de defensa basadas en carbono, pertenecientes al metabolismo secundario, como son los fenoles, terpenoides, etc. Dichos componentes volátiles o metabolitos secundarios son sintetizados a partir de distintas rutas metabólicas:
-          Vía metabólica del ácido mevalónico: Terpenoides.
-          Vía metabólica del ácido siquímico: Fenil propanoides.
-          Vía metabólica de biosíntesis de ácidos grasos: Compuestos alicíclicos.
De estos compuestos volátiles derivan los alcoholes, aldehídos, cetonas y ésteres, que son sustancias azufradas y nitrogenadas. Los compuestos más frecuentes derivan del ácido mevalónico y se les clasifica en monoterpenoides y sesquiterpenoides. Los monoterpenoides son los responsables de las fragancias y de las sensaciones de olor y sabor de muchas plantas.
Se conocen miles de sustancias orgánicas que entran en la composición de los distintos AAEE, formados por varios complejos reagrupados de moléculas:
-          Hidrocarburos terpénicos y saturados como el pineno (suelen estar en el origen de las demás sustancias).
-          Compuestos aromáticos oxigenados (alcoholes, aldehídos terpénicos, aldehídos aromáticos, cetonas, fenoles, ésteres y, en menor cantidad, ácidos, lactonas, compuestos azufrados y nitrogenados).
-          Compuestos sulfurados como los del Allium sativum (ajo).
Son las propiedades de estas moléculas volátiles las que dan a los aceites esenciales sus indicaciones terapéuticas, matizándose mutuamente en su complejidad, produciendo de forma natural la “química de la vida”, un producto inimitable sintéticamente.
Las moléculas negativas (energía yin) aportan electrones (alcalinidad) y sus propiedades son calmantes, antiinflamatorias y antiespasmódicas y son útiles en caso de dolor post traumático y post quirúrgico, angustia, ansiedad, insomnio, depresión, espasmos musculares e intestinales, migrañas, irritabilidad, nerviosismo, ciática, eccemas, prurito, urticaria, acúfenos, trastornos hepáticos y vesiculares, gastroenteritis, dismenorrea, astenia física y psíquica, atonía gástrica, estreñimiento, dispepsia, asma, rinitis alérgica, entre las que se encuentran los aldehídos terpénicos, cetonas, ésteres y sesquiterpenos.
Las moléculas positivas (energía yang) actúan captando electrones o dando protones (acidificación). En el primer caso, actúan en sentido contrario a las moléculas negativas. En el segundo caso, refuerzan la energía vital, lo que explica su poder de tonificación. Entre ellas se encuentran los aldehídos aromáticos (no confundir con aldehídos terpénicos), alcoholes, terpenos, cumarinas, lactonas, óxidos y fenoles.
Algunos aceites esenciales se componen básicamente de una molécula principal, otros tienen dos o tres en mayor cantidad y otros están compuestos de varias moléculas, sin un predominio claro pero todos ellos tienen, aunque sea a nivel de trazas, decenas de constituyentes. La composición de los AAEE obtenidos de la destilación de diversas partes de un mismo vegetal puede variar mucho, de ahí la importancia que tiene en aromaterapia precisar la parte del vegetal destilada. Ejemplo: El Santalum álbum (sándalo) es un árbol, cuya madera produce un AE rico en santanol, muy apreciado como descongestionante venoso y linfático, en cambio, la resina tiene escaso interés terapéutico. El Citrus aurantium (corteza del fruto), produce un AE rico en cumarinas, sustancias que pueden resultar conflictivas en uso externo, en cambio, las hojas y frutos aún inmaduros producen un AE denominado “petit grain”, que carece de ellas y es antiespasmódico.
También debe precisarse la especie botánica, ya que según la especie puede variar mucho la composición del AE. Ejemplos: Mentha piperita (mentol, mentona), Mentha pulegium (pulegona) y Menta viridis (carvona). Otro aspecto que afecta a la composición de los AAEE es el período de recolección. Ejemplo: El AE de ajedrea (Satureja hortensis), según la época del año, presenta más carvacrol y menos p. cimeno o viceversa. En mayo predomina el carvacrol y en octubre se produce una situación opuesta, por la adaptación del vegetal al medio.
 
Concepto de quimiotipo
Se ha comprobado analíticamente la importancia que tiene en la composición del AE lo que podríamos llamar terreno o medio, agrupando bajo estos conceptos factores tales como el lugar de cultivo, el clima, el suelo, etc. La composición del AE de una planta varía dentro de una misma especie y según la parte de la planta empleada, en función del terreno donde se ha desarrollado. En algunas especies ésto ocurre de forma muy significativa. Los AAEE fruto de estas variantes se definen con distintos quimiotipos (qt), que enriquecen la aromaterapia con particulares propiedades terapéuticas.

Ejemplo: El Rosamarinus officinalis (romero) de España produce un AE rico en alcanfor con propiedades neuromusculares (qt alcanfor). El Rosamarinus officinalis (romero) de Marruecos contiene eucaliptol ó 1,8 cineol, con propiedades antisépticas respiratorias (qt cineol). El originario de Francia, contiene una cetona llamada verbenona que es mucolítica (qt verbenona).
La importancia del quimiotipo (qt) en aromaterapia es tal que pueden parecerse más AAEE de especies, géneros y familias distintas con un qt similar que AAEE de la misma especie con quimiotipos distintos.
Ejemplo: Satureja hortensis (ajedrea) de Provenza, Monarda fistulosa (bergamota salvaje), flor silvestre de la familia de la menta, de Canadá, Lippia graveolens (orégano) de Méjico y Colens arborescens de Madagascar, son plantas de familias distintas pero todas ellas tienen como principal componente una molécula fenólica denominada carvacrol, que les confiere similares caracteres antisépticos. La presencia en mayor o menor cantidad de una molécula concreta tiene relación directa con la intensidad de la acción, más que con la propiedad en sí. Ésto se manifiesta claramente en las propiedades antibacterianas de los AAEE, donde su actividad no sigue progresiones lineales con el porcentaje de los componentes más antisépticos.
Ejemplo: Los AAEE de Thymus vulgaris (tomillo) se clasifican en distintos quimiotipos en función de su riqueza en carvacrol, timol, geraniol, linalol, thuyanol, terpineol, etc. Estos quimiotipos fueron determinados por un químico e investigador llamado Granger, que ejerce como profesor en Montpellier, mediante pruebas efectuadas y el cálculo de las concentraciones mínimas inhibitorias (CMI) del crecimiento de los patógenos. Así  pudo constatar que el AE rico en timol era el más eficaz antibacteriano y el rico en geraniol, el mejor antifúngico.
 
Los aceites esenciales en el contexto científico y biológico

Claude Bernard, biólogo, médico y fisiólogo francés, decía: “el microbio no es nada, la diátesis lo es todo”, sin embargo, la medicina actual no tiene en cuenta la diátesis (predisposición) del paciente y se aferra a los tratamientos sintomáticos y protocolarios, olvidándose del ser humano que se oculta tras toda patología. En un enfoque global y holístico de la salud, la aromaterapia ocupa un lugar muy importante puesto que los AAEE no son solamente materia, sino que también contienen una energía sorprendente en su interior. Son innumerables los estudios que subrayan el importante impacto psicosomático y emocional de todo proceso patológico. La influencia de las moléculas volátiles de los AAEE en ciertas áreas corticales explica su influencia en lo mental, psicológico y espiritual. Los aceites esenciales transmiten la información y cada uno de ellos es un todo indisociable, capaz de tratar a un individuo enfermo y no a una enfermedad aislada de su contexto.
Junto a esta medicina aromática se encuentran las demás medicinas llamadas alternativas. La utilización simultánea de dos o más de estas terapias permite obtener un resultado mucho mayor que la simple suma aritmética de cada una de ellas. Existe siempre una sinergia y una potenciación importante entre todas ellas, así como en la mezcla adecuada y simultánea de varios AAEE entre sí.


Eficacia de los aceites esenciales frente a los gérmenes patógenos
 
Comparemos, por ejemplo, la actividad antibacteriana de los AAEE quimiotipados frente a la de los antibióticos. Para validar que este enfoque ofrece una prueba irrefutable de la acción bactericida de los AAEE, la técnica utilizada es la del aromatograma, idéntica a la del antibiograma, que prueba los antibióticos. Esta técnica, practicada en laboratorio de biología clínica, es un método de medición in vitro del poder antibacteriano de los AAEE quimiotipados.

Se pueden utilizar distintos tipos de aromatogramas: en medio sólido, en medio líquido y en medio gaseoso. El medio sólido es el más sencillo, adaptable y reproducible. Las muestras extraídas de las cavidades o de las mucosas (saliva, heces, orina, moco, pus, frotis vaginal…) se ponen en contacto con diferentes medios nutritivos (gelosas enriquecidas) en cápsulas de Petri, situadas en una estufa a 37,5º C (condiciones óptimas del cultivo para que los gérmenes patógenos se desarrollen rápidamente).

Sobre estas colonias microbianas se disponen a continuación varias series (de 6 a 8 por cápsula) de pequeños discos de papel secante impregnados con los diferentes AAEE que se quieren probar. Tras un periodo de latencia a 37,5º C se puede medir el diámetro del halo de inhibición que rodea los discos. Cada halo (zona clara) muestra la destrucción de los gérmenes patógenos y ofrece una indicación clara de la actividad antibacteriana de los AAEE utilizados.
En función de la importancia del halo de inhibición, se establece una clasificación de los AAEE en relación con su espectro de actividad antimicrobiana.
Si la zona clara mide entre 2 y 3 mm, el AE posee una buena acción bactericida sobre los gérmenes probados. Si el halo de inhibición mide más de 3 mm, la eficacia del AE se considera excelente.
Si no hay zona clara, el AE no desarrolla ninguna actividad sobre el germen analizado y se descartará, para dicho tratamiento.
De este modo ya se han probado un buen número de AAEE quimiotipados, sobre muchos gérmenes de especies distintas. Aunque el límite se encuentra en su carácter in vitro, el aromatograma representa un punto de referencia esencial, ya que esta misma técnica es la que se utiliza para medir la actividad bactericida de los antibióticos.

 
El poder antifúngico de los aceites esenciales
Las moléculas aromáticas que destacan por su acción antibacteriana también presentan actividad sobre hongos y levaduras, sin embargo, en este último caso, el tratamiento debería ser más prolongado. El hongo más conocido, y causante de la mayor parte de las micosis, es la Candida albicans. Se trata de un organismo unicelular provisto de una membrana y un núcleo, lo mismo que las bacterias, aunque en el caso de los hongos la membrana celular está compuesta por sustancias más rígidas como la quitina, no obstante, el modo de actuación de los aceites esenciales será similar: se altera la permeabilidad de la membrana, produciendo cambios en su funcionamiento. Ésto tiene lugar a causa de un cambio del gradiente del PH del medio, al inhibir su respiración mitocondrial y la producción de energía.
 


AAEE QUE PRESENTAN MEJOR PERFIL ANTIFÚNGICO

Cinnamomum cassia

Canela china

Cymbopogon martinii

Palmarrosa

Malaleuca alternifolia

Árbol del té

Cymbopogon flexuosus

Lemongrass

Laurus nobilis

Laurel noble

Lavandula latifolia

Espliego

Aniba rosaedora

Palo de rosa (80% geraniol)

Origanum compactum

Orégano

Thymus vulgaris qt geraniol

Tomillo geraniol
 
El poder antiviral de los aceites esenciales
Determinados AAEE poseen la sorprendente capacidad de fijarse en la membrana externa del virus y en la cápside protéica y destruirla, de esta manera quedan libres las partículas virales que serán detectadas y destruidas por el sistema inmunitario. Este modo de acción se realiza de manera directa pero también podemos ejercer una acción indirecta mediante el uso de aceites esenciales que estimulen el sistema inmunitario (AAEE inmunoestimulantes).
Los AAEE son capaces de destruir partículas virales en concentraciones del 1%, incluso del 0,1%, lo que hoy en día no se ha conseguido con el uso de la medicina de síntesis. Según estudios realizados por Minami, M. et al., 2003 y publicados en “The inhibitory Effect of Essential Olis on Herpex Simplex VirusType-1 Replication In Vitro. Microbiol. Inmunol., 47(9), 681-684, con el uso de AAEE como los del árbol del té, eucaliptus o menta, sobre este tipo de virus, únicamente fueron necesarias concentraciones muy bajas, del orden del 0,1%.
Una asociación efectiva para el tratamiento de patologías virales de las vías respiratorias es la de cineol-monoterpenol y específicamente efectiva para las vías respiratorias bajas es la asociación óxido linalol-linalol. Otras moléculas efectivas responsables de la actividad antiviral son: los fenoles (carvacrol, timol, eugenol), los aldehídos terpénicos (neral, geranial) y los aldehídos aromáticos (cinnamaldehído).
 


AAEE QUE PRESENTAN MEJOR PERFIL ANTIVIRAL

Cinnamomum camphora qt 1,8 cineol

Ravintsara

Eucaliptus radiata

Eucalipto radiado

Malaleuca quinquinervia

Niaulí

Malaleuca alternifolia

Árbol de té

Thymus vulgaris qt thujanol

Tomillo tujanol

Origanum mejorana

Mejorana

Origanum compactum

Orégano

Cymbopogon flexuosus

Lemongrass
 
El poder antibacteriano de los aceites esenciales
Los AAEE ocasionan lesiones irreversibles en la pared celular de las bacterias, haciendo que pierdan materia del citoplasma y sales como el potasio, provocando la entrada de agua y el posterior estallido de la bacteria, así como pérdidas de sustratos energéticos (glucosa y ATP), provocando la lisis de la bacteria. También actúan inhibiendo la producción y la acción de toxinas bacterianas, responsables de procesos infecciosos.
 


AAEE QUE PRESENTAN MEJOR PERFIL ANTIBACTERIANO

Origanum compactum

Orégano

Thymus vulgaris qt thymol

Tomillo timol

Eugenia caryophyllus

Clavo de especias

Malaleuca alternifolia

Árbol de té

Cymbopogon martinii var. Motia

Palmarrosa

Cymbopogon citratus

Lemongrass

Cinnamomum cassia

Canela china
 
Según estudios realizados, el AE del Árbol del té es el bactericida por excelencia, destruye las bacterias pero no los tejidos y tiene la propiedad de disolver el pus. En la siguiente tabla podemos observar las concentraciones mínimas de dicho AE con acción inhibitoria (CMI)  frente a los organismos patógenos que se detallan:
 


Malaleuca alternifolia (Árbol del té)

BACTERIAS

CMI %

HONGOS

CMI %

Staphylococcus aureus

0,1

Candida albicans

0,25

Staphylococcus epidermis

0,5

Tricophyton mentagrophytes

0,5

Streptococcus pyogenes

0,75

Microsporum canis

0,25

Propionibacterium acnes

0,75

--------

 

Escherichia coli

0,1

--------

 

Klebsiella pneumoniae

0,5

--------

 

Shigella sonnei

0,15

--------

 

 
Otro estudio sobre las propiedades del orégano, realizado en la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Querétaro (Méjico) y publicado en el año 2004 en “Alan Revista” (Archivos Latinoamericanos de Nutrición), determinó que las especies  Origanum analizadas (O. vulgare, nativo de Europa, Lippia graveolens, nativo de Méjico y O. compactum, nativo de África y otras especies) poseen una alta capacidad antioxidante, debido a la presencia de grupos hidroxilo en los compuestos fenólicos. Esta actividad anti-radical, se le atribuye a los principales componentes del Origanum compactum, contenidos en su aceite esencial, que son el timol (fenol cristalizable) y el carvacrol (fenol no cristalizable). Se observó que un incremento en los porcentajes de timol provoca un decremento en el contenido de carvacrol. Dicho estudio corrobora también la excelente capacidad antimicrobiana de estos componentes contra bacterias gram negativas como la Salmonella typhimurium, Estcherichia coli, Klebsiella pneumoniae, Yersinia enterocolitica y Enterobacter cloacae y también contra bacterias gram positivas como Staphilococcus aureus, Staphilococcus epidermidis, Listeria monocytogenes y Bacillus subtilis. También se demostró eficacia fungicida contra Candida albicans, C. tropicalis, Torulopsis glavrata, Aspergillus niger, Geotrichum y Rhodotorulla pero no contra Pseudomona aeruginosa.
Se evaluó la actividad antimicrobiana de los componentes aislados y también la del aceite esencial. Los fenoles carvacrol y timol poseen los niveles más altos de actividad contra microrganismos gram negativos, excepto para P. aeruginosa, siendo el timol más activo. Los valores de la concentración mínima inhibitoria (CMI) para los aceites esenciales se establecieron entre 0,28 - 1,27 mg/ml, para bacterias y de 0,65 - 1,27 mg/ml, para hongos.

 
Principios   activos   de   los   aceites   esenciales   y   sus

propiedades   terapéuticas
ÁCIDOS: ác. geránico, ác. canfolénico, ác. cinamómico, ác. tíglico, ác, carboxílico, ác. cumínico, etc.
Son moléculas que se encuentran en muchos AAEE aunque siempre en muy pequeñas cantidades, generalmente en forma de ésteres, es decir, combinados con alcoholes. Son los compuestos más antiinflamatorios del reino vegetal y también son hipotérmicos e hipotensores.
Aceites esenciales: clavo, geranio, enebro-ramas, eucalipto citronado, manzanilla, mirto, etc.
 
ALCOHOLES TERPÉNICOS: Existen diferentes tipos de alcoholes.
 
 -      Alcoholes diterpénicos: salviol, savinol, esclareol, maneol, etc. Tienen fundamentalmente una acción reguladora a nivel hormonal debido a que su estructura química se acerca bastante a la de las hormonas esteroides sexuales humanas. Son activos aun a dosis bajas, poco volátiles y se encuentran en pequeñas cantidades.
Aceites esenciales: salvia, salvia esclarea, ciprés.
 
-      Alcoholes monoterpénicos: linalol, terpineol, borneol, lavandulol, mentol, nerol, geraniol, etc.
Son excelentes antiinfecciosos (bactericidas, viricidas y fungicidas) y también son inmunoestimulantes. Aunque menos potentes en este campo que los fenoles, tienen la ventaja de no ser ni dermocaústicos ni hepatotóxicos. Son además notables neurotónicos. Se pueden emplear paralelamente o reemplazando a los fenoles.
Aceites esenciales: alcanfor, palisandro, tomillo linalol, albahaca, menta piperita, mejorana, lavandín, nerolí, petit-grain, bergamota, geranio, salvia esclarea, etc.
 
 -       Alcoholes sesquiterpénicos: nerolidol, santalol, viridiflorol, carotol, pachulol, etc. Son sobre todo excelentes inmunoestabilizadores (tónicos y estimulantes generales). Poco antiinfecciosos. Aparentemente están exentos de toxicidad.
Aceites esenciales: manzanilla alemana y romana, niaulí, sándalo, zanahoria-semillas, pachulí,etc.

 
 
ALDEHÍDOS: Tienen propiedades intermedias entre los alcoholes y las cetonas. Debemos distinguir dos grupos:
 -        Aldehídos terpénicos: citral, citronelal, neral, etc. Son excelentes antiinflamatorios y, al mismo tiempo, calmantes del sistema nervioso (hipotérmicos e hipotensores). Repelentes de mosquitos.
Aceites esenciales: Melisa y hierba luisa o María luisa, lemon-grass, eucalipto citronado, citronela, mandarina, etc.

 -       Aldehídos aromáticos: aldehído cinámico, aldehído cumínico, aldehído vanílico, etc. Tienen propiedades antiinflamatorias de primer orden pero son muy irritantes para la piel y las mucosas. El aldehído vanílico (vainilla) tiene propiedades coleréticas. También actúan como tónico general y estimulante inmunitario.
Aceites esenciales: el más representativo es el de canela-corteza que contiene alrededor de un 50% de aldehído cinámico, en cambio el de canela-hojas apenas lo contiene.

 
 
CETONAS: mentona, borneona y alcanfor (alcanforero), vainillina (vainas de la vainilla), cinamaldehído (canela), verbenona, tuyona, irona, pinocamfona, benzaldehído de las almendras amargas (es muy tóxico, por eso sólo se utiliza el aceite vegetal de almendras dulces), etc. La atlantona también es una cetona muy tóxica, en cambio la alantolactona tiene interesantes propiedades expectorantes, sin toxicidad (Inula graveolens).  Actúan de forma muy activa sobre nuestro organismo. Son lipolíticas y descongestivas ORL. Su empleo debe ser rigurosamente controlado ya que si en pequeñas cantidades tienen un efecto calmante y analgésico, a fuertes dosis o a pequeñas dosis repetidas a lo largo de un cierto periodo son neurotóxicas, estupefacientes y hasta epileptizantes (pinocamfona e isopinocamfona) y abortivas (tuyona). Tienen un alto poder regenerante y cicatrizante del tejido cutáneo. Tienen además propiedades mucolíticas y una acción vermífuga y antimicótica. La venta al público de AAEE conteniendo tuyonas o pinocamfonas (salvia e hisopo) en Francia está reservada a los farmacéuticos. La metadona es una cetona con propiedades analgésicas, usada como sustituto de la morfina y en el tratamiento de adicción a la heroína. Las hormonas humanas cortisona, testosterona y progesterona también son cetonas.
Aceites esenciales: Romero verbenona y alcanforado, salvia, ciprés, enebro-bayas, espliego, orégano, vetiver, cedro, canela, tuya, hisopo, etc.

 
DIONAS O DICETONAS: Son menos tóxicas que las cetonas y tienen grandes propiedades antiespasmódicas y anticoagulantes.
Aceites esenciales: Helicriso (Helichrysum italicum y H. angustifolium).
 
 
CUMARINAS: cumarina, bergapteno, limetina (criptopteno), isopimpinelina, etc.
Se encuentran en gran cantidad en los cítricos. Son potentes sedantes nerviosos, hipotensores y anticonvulsivos. También son buenos anticoagulantes. Las furanocumarinas no deben emplearse sobre la piel antes de la exposición solar, ya que son fotosensibilizantes.
Aceites esenciales: la corteza de todos los cítricos.
 

 
ÉSTERES: acetato linalilo, benzoato bencilo, cinamato metilo, formiato geranilo, salicilato metilo, acetato de nerilo, etc.
Son moléculas que provienen de la reacción entre un ácido y un alcohol o más raramente con un fenol. Son antiespasmódicos, calmantes, antiálgicos, tónicos y reequilibrantes del sistema nervioso. Son compuestos muy bien tolerados por la piel y descongestionantes en ciertos procesos inflamatorios sobre la piel. El más frecuente es el acetato de linalilo.
Aceites esenciales: geranio, salvia esclarea, petit-grain, lavandín, lavanda, cedro de Virginia, zanahoria-semillas, enebro-ramas, laurel, manzanilla romana, etc.

 
 
ÉTERES: metil chavicol, anetol, miristicina, apiol, safrol, etc.
Existen diferentes tipos de éteres por lo que es muy difícil dar un resumen fiable de propiedades para este tipo de moléculas. En general, son potentes espasmolíticos, calmantes de acción sedante y descontracturantes. Excelentes reequilibrantes nerviosos, antiálgicos, sedantes y antidepresivos. Los éteres tienen en algunos puntos las mismas propiedades que los ésteres pero más acentuados. Son poco corrientes en el conjunto de compuestos aromáticos, con excepciones como el metil chavicol de la albahaca. Son tóxicos a ciertas dosis. No se deben utilizar, si no es bajo supervisión de un experto, los AAEE de apio (apiol) y nuez moscada (miristicina), ya que son uterotónicos y espasmolíticos, que a dosis elevadas son abortivos y hepato-renotóxicos.
Aceites esenciales: albahaca, ravensara aromática, rosa búlgara, laurel, mirto,  citronela de Ceilán, manzanilla, etc.
 
 
FENOLES: timol, carvacrol, eugenol, safrol, guayacol, etc.
Producen soporte mecánico a la planta, contribuyen en la coloración de las flores y de los frutos y protegen a la planta contra los microorganismos patógenos. Como propiedades medicinales, tienen gran poder antiséptico (impide el desarrollo de los patógenos), antiinfeccioso (antibacteriano, antivírico, antiparasitario y antifúngico). Son además hipotérmicos, antiálgicos, hipertensores e inmunoestimulantes. Se utilizan puntualmente en el curso de infecciones. Son dermocáusticos por lo que no deben nunca utilizarse directamente sobre la piel, se deben diluir siempre en un aceite portador. Son irritantes de las mucosas, por lo que no se recomiendan en difusión atmosférica, y también son hepatotóxicos.
Aceites esenciales: orégano, mejorana, tomillo timol, clavo, canela, etc.
 
 
LACTONAS: lactona de massoia, sansolactona, costunolido, etc.
Son ésteres intramoleculares no aromáticos. Están presentes en muchos aceites esenciales aunque generalmente en débil concentración. Son excelentes mucolíticos y potentes expectorantes e inmunoestimulantes. Suelen provocar alergias de cierta consideración.
Aceites esenciales: laurel.
 
 
ÓXIDOS TERPÉNICOS: eucaliptol (1,8 cineol).
Descongestionante a nivel broncopulmonar (mucolítico y expectorante) e inmunomodulador. La acción expectorante del 1,8 cineol se produce por una disminución de la tensión superficial entre el agua y el aire en la superficie de los alveolos. Según estudios farmacológicos, el eucaliptol ha demostrado ser un buen inductor enzimático a nivel del hepatocito, promoviendo la metabolización de algunos medicamentos, como la cimetidina y la ranitidina (administrados para tratar úlceras estomacales), por eso, cuando disminuye la efectividad de estos fármacos debido a la lentitud de su metabolización, es efectiva la administración simultánea de AAEE que lo contienen.
Aceites esenciales:  Eucalyptus radiata, romero cineol, laurel, espliego, mirto, ravintsara, etc.
 
 
TERPENOS: Son las moléculas más corrientes en la composición de los AAEE. Considerados a menudo, erróneamente, como simples elementos de relleno, ya que algunos de ellos presentan una interesante actividad específica. Se dividen en dos grupos:
 -          Monoterpenos: alfa pineno, paracimeno, limoneno, camfeno, sabineno, mirceno, terpineno, etc.
Son excelentes antisépticos atmosféricos, pero poco microbicidas por contacto, por lo que su aplicación más recomendada es la difusión. Son estimulantes de las glándulas suprarrenales, linfotónicos, descongestionantes ORL y también venosos y linfáticos. Calmantes de ciertos dolores localizados, aunque pueden causar irritaciones. Raramente actúan sobre las bacterias y los hongos (excepto el pino marítimo y el ciprés). Su empleo debe ser limitado en el tiempo pues pueden llegar a ser dermocáusticos y relativamente agresivos para las mucosas.
Aceites esenciales: pino marítimo, ciprés, jara, mirto, romero cineol, limón-cáscara, eneldo, mandarina, tomillo timol, árbol del té, niaulí, ajedrea, mejorana, etc.
 
 -          Sesquiterpenos: cariofileno, chamazuleno, calareno, germacreno, cingibereno, etc. Tienen mayor punto de ebullición. Suelen hallarse en pequeñas cantidades. Actúan como reguladores del crecimiento de las plantas y atraen y/o atacan a los insectos. Son principalmente excelentes antiinflamatorios y ligeramente calmantes e hipotensores.
Aceites esenciales: pimienta negra, manzanilla alemana, melisa, ylang-ylang, canela-corteza, pino marítimo, lavanda, lavandín, salvia esclarea, albahaca, jengibre, helicriso, etc.

 
Influencia de los aceites esenciales en la psique y en las emociones
 
Candace Pert, psicofarmacóloga e investigadora estadounidense de reconocido prestigio internacional, descubrió en 1973 el receptor opiáceo, punto de partida a una sucesión de hallazgos de otros muchos receptores y sus neurotransmisores, con el consiguiente impacto en el conocimiento de las bases químicas del funcionamiento del cerebro. De hecho, sus muchos estudios, publicaciones y libros como, por ejemplo, Molecules of emotion, entre otros, fueron las bases de la psiconeuroinmunología. Ella demostró que cuando pensamos, sentimos, nos emocionamos o deseamos algo, se genera una energía que se transforma inmediatamente en una molécula llamada neuropéptido. Pert demostró que las fluctuaciones de energía en el campo energético en el que experimentamos un pensamiento o emoción, se transforman en neuropéptidos que no son más que sustancias químicas que actúan como mensajeros, mediante las cuales se comunican las neuronas entre sí. Estos péptidos son como pequeñas llavecitas que entran en la superficie de otras células, cuya ranura actúa como si fuera una cerradura que encaja perfectamente con cada "llave". Una vez encajado el neuropéptido con su célula receptora, ésta recibe un mensaje determinado.
Hasta aquí, ya era interesante cuando se pensó que estas moléculas existían y operaban sólo a nivel cerebral, sin embargo, como luego se descubrió, este proceso no ocurre sólo a nivel cerebral sino en todo el cuerpo. Al observar las células del sistema inmunológico, se encontraron receptores de los mismos mensajeros químicos en las células T, en las células B, en los monocitos… En otras palabras, las células inmunológicas, las que protegen contra el cáncer, contra las infecciones y cualquier otra enfermedad, están literalmente vigilando cada uno de nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Cada pequeña célula T y B del sistema inmune, produce las mismas sustancias químicas que produce el cerebro cuando piensa. Cada célula de nuestro cuerpo es una célula consciente que contiene una información, en función de la cual se comportará de una forma u otra. El considerado ADN “basura” y que constituye el mayor porcentaje sin codificar, es decir, sin información genética específica, es en realidad el más importante, ya que constituye el campo prácticamente ilimitado que estudia la física cuántica y que sólo será expresado en función de los mensajes recibidos por nuestros pensamientos, sentimientos y emociones. Podría decirse que la mente se encuentra en todo el cuerpo, por eso cuerpo y mente son un Todo indivisible.
Cada molécula de aceite esencial que penetra en el organismo, contiene una composición química determinada (información) que el cerebro interpretará en función de las propiedades de sus moléculas, modificando las sensaciones emocionales, el comportamiento y las diversas reacciones químicas, a través de la estimulación o inhibición de la producción y segregación de determinadas hormonas o neurotransmisores, responsables de todas las funciones orgánicas.
 

"Busca la tranquilidad de la mente y la alegría de la vida en los perfumes de las flores y de la Naturaleza". Wang Wei, siglo VIII d.C.

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Bibliografía recomendada:
 
* “Aromaterapia,  el arte de curar con aceites esenciales”, Dominique Baudoux, Editions Amyris.
 
* “Aromaterapia científica, aceites esenciales quimiotipados”, A. Zhiri & Dominique Baudoux & M.L. Breda, Ediciones Inspir development, S.A.
* “Aromaterapia, remedios a través del aroma”, Denise Whichello, Amat Editorial.