domingo, 17 de febrero de 2013

Dieta disociada


Una buena digestión empieza en la mente, con una predisposición tranquila y mejor en silencio, masticando con conciencia los alimentos. Continúa en la boca, segregando la enzima ptialina, responsable de convertir el almidón en azúcar durante el proceso de masticación e insalivación. Esta enzima requiere un medio alcalino para poder actuar sobre el almidón, en cambio, las proteínas requieren un medio ácido como el estómago para su digestión, a través del ácido clorhídrico y de la enzima pepsina.
 
Si mezclamos hidratos de carbono o almidones con proteínas, el medio ácido del estómago destruirá la ptialina, fermentando el almidón y produciendo gases tóxicos y putrefacción dentro del organismo. Por lo tanto, para tener una buena digestión, una buena asimilación y una buena evacuación, debemos tener en cuenta algunos principios básicos que más adelante se detallarán.
 

Cuando hablamos y comemos a la vez, masticamos insuficientemente los alimentos o lo hacemos bajo condiciones físicas o psicoemocionales desequilibradas, no se van a dar las condiciones necesarias en el organismo para que la digestión se lleve a cabo correctamente.
 
Otro de los errores frecuentes que forman parte de nuestras costumbres sociales es la de comer frutas y dulces de postre. Estos alimentos son de muy fácil y rápida digestión, por el contrario, las proteínas requieren largas horas para poder ser desintegradas, sobre todo las de la carne. Esta mezcla hace que los azúcares queden retenidos hasta la total degradación de las proteínas, dando lugar a una digestión anormal donde el organismo se ve forzado a digerir mediante la proliferación de bacterias que fermentarán este alimento, produciendo toxicidad y putrefacción dentro del aparato digestivo que más tarde pasará al torrente sanguíneo y los órganos de eliminación se verán sobrecargados, robándonos energía que debería estar disponible para otras funciones, en lugar de hacernos sentir la típica somnolencia de después de comer.
 
La fruta deberíamos comerla en ayunas o fuera de las comidas, aunque hay algunas excepciones como la manzana que es neutra y no interfiere en la digestión y también la piña y la papaya que contienen las enzimas bromelaína y papaína, respectivamente,  que ayudan al proceso digestivo.
 
Tampoco debemos mezclar dos féculas o almidones distintos, como la típica combinación de lentejas con patatas o arroz. Se dice que si un vegetariano combina las lentejas con el arroz, puede obtener todos los aminoácidos esenciales que forman proteínas completas, y es cierto, pero ¿de qué nos sirve si luego no podemos asimilarlas? Si disociamos estos alimentos conseguiremos asimilarlos correctamente sin poner en riesgo la salud.
 
Mezclar proteínas de muy distinta naturaleza como, por ejemplo, un bistec y una tortilla, ocasiona putrefacción que más tarde será reabsorbida a través del intestino. Los hidratos de carbono fermentados se descomponen en dióxido de carbono, ácido acético, alcohol y agua, producto del metabolismo de las bacterias creadas para la descomposición de los alimentos mal combinados; los tres primeros son tóxicos y el agua ralentiza la digestión, agravando la situación. Si además mezclamos los carbohidratos con grasas, éstas se enrancian en el estómago y en el intestino, produciendo carencia de ácidos grasos esenciales (AGE) y glicerol, superando la capacidad del organismo para depurarse y poder eliminar el exceso de toxicidad, que se sumará a la que ya nos llega por otras fuentes tanto exógenas (medicamentos, pesticidas, contaminación atmosférica y electromagnética) como endógenas (estrés), por no hablar de los procesos inflamatorios que desencadena.
 
Cualquier factor que reduzca el poder digestivo o lo ralentice, favorece la proliferación de bacterias destinadas a descomponer los alimentos. Cada alimento tiene un tiempo determinado para su descomposición dentro del organismo, así como unas enzimas específicas que sólo pueden actuar si se dan las condiciones adecuadas. Fischer, bioquímico alemán que hizo grandes aportaciones a esta ciencia, aseguró que la especificidad de las diversas enzimas está relacionada con la estructura del sustrato (carbohidratos, grasas, proteínas) y sólo se ajusta a una estructura determinada y bien diferenciada.
 
Combinar correctamente los alimentos, además de permitir una correcta asimilación y bienestar físico, hace que nuestra mente esté más lúcida y despejada, pudiendo así desaparecer migrañas, alergias, estreñimiento, aerofagia y otros muchos problemas de salud.
 
Algunas pautas a tener en cuenta:
 
      -          No mezclar carbohidratos con ácidos (vinagre o limón).
-          No mezclar legumbres (lentejas, garbanzos) con carbohidratos (patatas, arroz).
-          No mezclar grasas (nata, mantequilla) con proteínas (carne, huevos, pescado).
-          No mezclar proteínas con azúcares (excepto carne o pescado con piña, papaya o manzana).
-          No mezclar dulce con salado u oleaginosos (aceite, frutos secos).
-          Evitar los postres después de las comidas.
-          Evitar el agua, en la medida de lo posible, durante las comidas.
 
 
Algunos ejemplos de combinaciones correctas:
 
-          Pasta, arroz o patatas con verduras o ensalada (pero NO añadiremos vinagre ni limón).
-          Pescado con limón.
-          Carne o pescado con ensalada (en este caso sí añadiremos vinagre de manzana o limón para  acidificar el medio donde más fácilmente se digiere la carne).
-          Frutas con yogurt o requesón.