Historia de la Aromaterapia
Las plantas se han utilizado con fines medicinales desde los
albores de la humanidad. Los hombres primitivos, con un cerebro racional mucho
menos desarrollado que el nuestro, confiaban y recurrían a sus instintos para
seguir con vida. Siguiendo su sentido del olfato y recurriendo a sus
experiencias eran capaces de adquirir conocimientos de cómo ciertas plantas
tenían la capacidad de curar diversos males y enfermedades. De la misma forma
los animales, cuando están en su hábitat natural, buscan en las plantas la
ayuda para curarse y aliviar sus síntomas. Muchos pastores han observado a lo
largo de la historia cómo los animales, cuando están enfermos, dejan de comer
instintivamente lo que habitualmente comen y buscan, guiados por su olfato,
determinadas plantas con las que consiguen mejorar su
estado de salud.
La llegada inminente de los dioses venía también anunciada por un perfume delicioso, el “sudor divino”. La nariz era el órgano a través del cual los egipcios recibían de los dioses el soplo de vida. En los templos se hacía quemar constantemente incienso y mirra en honor de los dioses. El dios Amón ordenó a la reina Hatshepsut: “el cielo y la tierra deben estar bañados de mirra e incienso”, tras lo cual ésta organizaría una expedición para buscar árboles de incienso. El perfume contaba incluso con una divinidad específica llamada Nefertum, representada con la cabeza de un león sobre la que llevaba una flor de loto, que era considerado "Señor de los Perfumes" y como tal aparece en un Texto de las Pirámides (sec. 266) y en el "Libro de los Muertos" como "la flor de loto”, que está en la nariz de Ra. Existen muchas pruebas que sugieren que las artes aromáticas formaban parte de la vida diaria de los egipcios. Imhotep, el físico, astrónomo y escriba, arquitecto de la “pirámide escalonada”, construida por el rey Zoser en la región del Sáhara alrededor del año 3.000 a.C., hizo muchos avances en la medicina de su época y a veces se le denomina el “abuelo de la aromaterapia”.
El papiro de Ebers (1.550 a.C.), uno de
los papiros médicos que han llegado hasta nuestros días, revela el uso
extendido y frecuente de la aromaterapia en la medicina egipcia. Los egipcios,
en general, usaban los aromas para preparar comida a los enfermos. El ajo, por
ejemplo, era muy apreciado por su capacidad de protección de las enfermedades y
para prevenir el brote de epidemias. Otras hierbas y especias utilizadas eran
el anís, el comino, la menta, la mejorana y el perejil.
Ya los egipcios eran bien conscientes de la capacidad de los
aromas de afectar a las emociones. Cada faraón tenía diversos perfumes en una
mezcla específica para él. Éstos se utilizaban para elevar los espíritus,
disipar los nervios, propiciar el amor, aportar tranquilidad o inducir a la
agresión con fines guerreros.
Los aceites aromáticos se quemaban durante las ceremonias
religiosas como ofrendas a sus deidades y las mujeres egipcias pudientes
recibían de sus esclavas masajes con aromaterapia después del baño, que
rejuvenecían y perfumaban la piel. El aceite de madera de cedro era uno de los
preferidos. Las mujeres egipcias incluso conocían los anticonceptivos, puesto
que se colocaban mezclas aromáticas en la vagina que actuaban como
espermicidas.
Eran expertos en el proceso de momificación y
embalsamamiento. Retiraban los órganos y vísceras del cuerpo, rellenando las
cavidades con mirra, casia, galbanum
y otras sustancias aromáticas. Cada embalsamador tenía su propia receta, eran
fórmulas realmente efectivas para conservar la carne humana, tanto es así que
aún hoy en día se descubren momias en un estado de conservación asombroso.
Podríamos hacer un recorrido histórico por China, India, Grecia, Roma... desde antes de Cristo hasta la Edad Media pero para no extenderme demasiado iré directa al siglo XX:
1918 – René Maurice Gatefossé está considerado como el "padre"
de la aromaterapia moderna porque al quemarse la mano en su laboratorio tuvo el
reflejo de sumergirla en un recipiente que contenía aceite esencial de lavanda
(algunos autores dicen que por error, pensando que era agua) y el alivio fue
inmediato y la cicatrización de la herida de una rapidez sorprendente, sin
llagas ni infecciones. Ante este descubrimiento, se dedicó al estudio
antibacteriano de los aceites esenciales durante muchos años.
El nacimiento de la aromaterapia moderna se le atribuye a
este químico y farmacéutico francés. El término “aromaterapia” fue acuñado por
él en su libro “Aromathérapie” en
1964. Este libro está considerado como la biblia de la aromaterapia y designa
el empleo de los aceites esenciales para tratar patologías y mejorar la salud y
el bienestar.
Otros químicos investigaron también el uso de los aceites
esenciales: en Australia, Pendfol y otros estaban buscando los beneficios del
árbol de té. En Italia, los doctores Giovanni Gatti y Renato Cayola
descubrieron los efectos psicoterapéuticos de los aceites esenciales, como el
jazmín y el limón.
La aromaterapia actual está vinculada a la tradición médica
francesa, país donde ha destacado la extracción industrial por destilación con
vapor de agua, gracias a Gatefossé y a otros personajes que la ennoblecieron:
1929 – Sévelinge (farmacéutico lionés), se dedicó al estudio
de la medicina veterinaria y confirmó el alto potencial antibacteriano de las
sustancias aromáticas.
1950 – Marguerite Maury introdujo la aromaterapia en
Inglaterra, aplicando los aceites esenciales diluidos en una base de aceite,
usando técnicas de masaje. Enseñó sus técnicas a esteticistas y escribió un
libro: The Secret of Live, que trata
del rejuvenecimiento.
1964 – Jean Valnet (cirujano militar francés), tras quedarse
sin medicamentos de uso común e influido por los trabajos de Gatefossé, fue
descubriendo sobre el terreno la eficacia de los aceites esenciales y,
apasionado por ellos, mostró su gran interés a través de sus publicaciones con
la intención de divulgar sus conocimientos a un vasto público. Otros muchos
como los doctores Duraffourd, Lappraz, D’hevincourt y Belaiche, completaron la
sabiduría aromática y posibilitaron su evolución científica en el mundo de la
medicina francesa.
1975 – Pierre Franchomme, aromatólogo de reputación
internacional, aporta una noción fundamental: la quimiotipia, refiriéndose a la
definición botánica y bioquímica, logrando una gran precisión en la composición
y porcentaje de los principios activos, reduciendo los fracasos terapéuticos,
los efectos secundarios y riesgos de toxicidad.
El siguiente enlace te llevará a conocer las propiedades y aplicaciones terapéuticas de los distintos aceites esenciales, que iré publicando: